Crecí en una familia obrera en el condado de Morgan, donde aprendí la importancia de los valores que los de pequeños pueblos de Indiana aprecian: la familia, la libertad y el progreso. Soy hija de ocho generaciones de agricultores, cuyo amor por trabajar el terreno se ha mantenido fiel aun con las dificultades.

 

Me inscribí a la Universidad de Indiana como estudiante de primera generación. Y en la agonía después del once de septiembre, me alisté en la Guardia Nacional a los 19 años, luego me uní al ROTC del ejército. Ahí encontré lo que muchos de nosotros buscamos: un sueldo fijo, salud medica, un camino a la jubilación y la capacidad de servir a mi país y mi comunidad.

 

19 años después, soy teniente coronel de la Reserva del Ejército de los EE. UU. y sigo sirviendo con orgullo. Fuera del ejército, también me volví abogada y empresaria.

 

Me postulo para Secretaria de Estado de Indiana para salvaguardar la democracia y la libertad de votar aquí en casa. He trabajado en todos los niveles de gobierno: local, estatal, federal y multinacional con la OTAN. Como abogada, he sido asesora corporativa adjunta de la cuidad de Indianápolis y el condado de Marion, y fiscal general adjunta del estado de Indiana. Y como oficial de inteligencia militar, he visto de primera mano el estado de la democracia alrededor del mundo.

 

En el ejército conocí a mi esposo, Oliver, un teniente coronel de inteligencia militar en la Guardia Nacional de Indiana. Estamos criando a dos hijos, Owen (11) y Harrison (2), en el centro de Indiana. Y aunque ahora somos habitantes de la ciudad, nunca estamos demasiado lejos de las granjas de nuestras dos familias: la de Oliver en Rochester y la mía en Martinsville.